Importa el camino, no sólo la cumbre
Mount Siniolchu (6.888 m), Sikkim – Himalaya de India
Al afrontar una escalada, una ascensión a una montaña, el alpinista elige un camino o una vía determinada para intentar llegar hasta la cumbre. La montaña, que tiene una naturaleza poliédrica, muestra con sus distintas vías su compleja personalidad; unas son más elegantes y estéticas, quizás más duras y expuestas, otras pueden ser más largas y pesadas, quizás más seguras,… Cada camino exige al alpinista algo distinto, por eso es importante que este sepa acoplar bien sus actitudes y aptitudes a las exigencias de cada recorrido.
La vía escogida y el estilo de escalada que el alpinista y su cordada van a practicar tienen, en sí mismo, tanta o más importancia que llegar a pisar la cumbre. Mejor dicho: para hollar honorablemente el punto más alto de una montaña se debe ser fiel al estilo y a la vía que se ha escogido. Yvon Chouinard, fundador y propietario de Patagonia, Inc. señala[1]: “Escalar montañas es otro proceso que sirve como ejemplo, tanto para la vida como para los negocios. Mucha gente no entiende que la manera en que se asciende una montaña es más importante que llegar a su cumbre. Muchos de los que escalan así el Everest (con oxígeno, sherpas, cuerdas fijas, etc.) […] tienen tal fijación en su objetivo —la cumbre— que sacrifican el proceso. El objetivo en la escalada de montañas grandes y peligrosas debería ser alcanzar algún tipo de crecimiento espiritual y personal, pero eso no ocurre si ha quedado comprometido el proceso entero”.
No comprometer el proceso requiere mantener la coherencia entre valores y comportamientos, y esta coherencia constituye —en sí misma— la verdadera medida del éxito, el «éxito más allá del éxito», siempre incondicional —ya que no depende de factores externos.
[1]Chouinard, Yvon (2005): Que mi gente vaya a hacer surf. La educación de un empresario rebelde, Madrid: Ediciones Desnivel.