Prueba el experimento del lápiz
Con este sencillo experimento comprobarás lo sutil – y a veces confuso – que nos resulta percibir el mundo que nos rodea, la realidad que nos envuelve. Toma un lápiz en tú mano y colócalo por encima de la cabeza, apuntando hacia el techo. Comienza, a continuación, a trazar lentamente unos cÃrculos con el lápiz, como si los pintaras en el techo. Hazlo en sentido horario, es decir, siguiendo la dirección de las agujas del reloj.
Continua, suavemente, trazando estos cÃrculos imaginarios en el techo y en sentido horario pero desciende ahora, verticalmente, tu brazo y tú mano hasta llevarla justo por debajo del nivel de tú barbilla. Sigue trazando los cÃrculos en la misma dirección que venÃas haciendo. Pero ahora, sin embargo, cuando observas el lápiz ubicado por debajo de tú barbilla, ¿Te das cuenta de que en realidad lo estás moviendo en sentido anti-horario, es decir, siguiendo la dirección inversa a las agujas del reloj?
No puede ser, ¿Verdad?,… Tiene que haber algún truco. Pues bien, te sugiero que repitas de nuevo el experimento,… ¿Otra vez el mismo resultado? Claro que sÃ! Nuestra percepción de la realidad es siempre limitada y la acotamos a lo que nuestra «mirada» puede captar. Asumimos entonces, erróneamente, que nuestra mirada es la que explica «la realidad», en su totalidad. Pero el mundo que nos rodea es mucho más complejo y abarca miradas muy distintas. Sólo desde una actitud de humildad y aprendizaje podremos reconocer esa riqueza y aceptar que «mi verdad» es simplemente eso, «mi propia verdad», y podremos mostrarnos entonces abiertos a comprender «la verdad» y la mirada de los otros.