Valentín Giró recuerda la espera de la «ventana» de oportunidad

En nuestra tienda de comunicaciones del Campo Base registrábamos los datos para que nuestro meteorólogo ajustara sus modelos y previsiones
En junio del año 2004 un pequeño equipo de cinco alpinistas – Óscar Cadiach, Manel de la Matta, Jordi Tosas, Jordi Corominas y Valentín Giró – partimos, rumbo a Pakistán, con un gran sueño a cuestas: escalar el K2, la “Montaña de las montañas”, por la vía Magic Line. Con sus 8.611 metros de altura el K2 no es únicamente la segunda cumbre más alta de la tierra. Su desnivel y verticalidad la convierten en el único ochomil que permite divisar, desde el Campo Base, a un alpinista que esté situado en la misma cumbre. Se dice del K2, por su dimensiones, que es una montaña que empieza donde otras acaban. Estimado lector, a través de mi Blog quiero compartir contigo esta historia que ha marcado mi vida para siempre, por lo que viví y aprendí, pero, sobre todo por lo que en ella perdí. La historia de la Magic Line del K2 narra cómo cinco alpinistas que compartían unos valores se entregaron para hacer realidad un ambicioso sueño. Espero poder transmitirte fielmente todo esto y mucho más a lo largo de sucesivos posts que iré publicando.
Registrábamos los datos para que nuestro meteorólogo ajustara sus modelos y previsiones
Consultábamos de forma incansable y casi obsesiva los partes meteorológicos que Cofre, nuestro meteorólogo, nos enviaba, y también a través de Explorersweb. Transcurrían los días y, fieles a la rutina, medíamos la presión atmosférica, la temperatura y la humedad para que, con estos datos, nuestro hombre del tiempo nos pudiera ajustar mejor sus modelos y previsiones. Durante esa espera de buenas noticias, nuestras conversaciones iban y venían, volvían una y otra vez al reto que nos aguardaba en cuanto se abriera la veda y el tiempo mejorara, y también se detenían a ratos en otros proyectos futuros que nos ilusionaban y, cómo no, en las alegrías y penas de la vida en general.
Recuerdo una conversación, con Manel, sobre un sueño que ambos compartíamos y que consistía en llegar a comprar y restaurar una borda en algún valle de nuestro amado Pirineo. Nos gustaba recorrer sus rincones con la memoria, apuntando pueblos y casas que nos llamaban especialmente la atención, casi siempre en el Pirineo de Huesca, nuestro territorio preferido. Hablar así, rato y rato, esta conversación no era para nosotros sólo un juego, sino algo que también imaginábamos hacer realidad algún día.